STAGE PREDOLOMITICO - ETAPA 1

6 de mayo de 2011. Tres cicloturistas empedernidos aparcamos los coches en Fresneda de la Siera Tirón. El objetivo del día es que el seguntino y adnamantino con los que compartiré (entre otros) el viaje dolomítico conozcan los encantos que la Sierra de la Demanda esconde. No hay ningún planning a seguir “a pies juntillas”, todo dependerá de los caprichos de la climatología y de nuestras fuerzas.

Comenzamos la ruta tirando de piñones grandes, mientras disfrutamos de las distintas tonalidades de verdes y marrones que nos ofrece el paisaje que rodea el Alto de la Pradilla, el descenso por la vertiente opuesta lo hacemos charlando animadamente, hasta que los mugidos de las vacas que campan a sus anchas en la subida a la Ermita de Santa Bárbara dejan pequeñas nuestras gargantas. Tras el paseito por la villa riojana de Ezcaray nos adentramos en el espectacular hayedo que conduce al Refugio de Bonicaparra, nada perturba la tranquilidad de esta ascensión, salvo los chorros de las 2 preciosas fuentes que dejamos a la derecha.

Ya llevamos 3 tachuelas en el bolsillo, es el turno del coloso del día: La Cruz de la Demanda. Pestoso, Imantado, Agreste, Ventoso,… son algunos de los calificativos posteriores, y es que sus últimos 7,5 kms…pero todo se olvida cuando invertimos el sentido de la marcha… hasta que tornamos a la diestra, una rampa del 10% da la bienvenida a la ascensión a las Pistas de Esquí de Valdezcaray pero es solo un espejismo, su pendiente enseguida suaviza. Tras 14 kilómetros el asfalto se convierte en una pista que conduce al Collado de las Tres Cruces, solo apta para bicicletas de ruedas gordas, durante el descenso, sin más dificultades que algunos pedruscos y cabras que tenemos que esquivar, decidimos regresar al coche, el atardecer se nos echa encima y el cansancio empieza a pasar factura.

De nuevo en el Alto de la Pradilla, tienen lugar los últimos coletazos de una ruta cicloturista que va camino de convertirse en un clásico del mes de mayo gracias a la perfecta combinación de tramos duros y asequibles, siempre rodeados de un entorno natural cuya belleza está fuera de toda duda.

Nos vemos pedaleando.